Desgaste por estrés (burnout)

El término de “burnout” se acuñó en 1974 por Maslach y se definió como la pérdida de motivación, una sensación creciente de agotamiento emocional y cinismo que actualmente está reconocido legítimamente como un trastorno médico por la Organización Mundial de la Salud. Aunque originalmente este término se refería a sobrecargas laborales, especialmente en el ámbito sanitario o educativo, hoy se amplía a sobrecargas domésticas, emocionales o cualquier tipo de estrés que no podamos sobrellevar.

El inicio de cualquier desgaste por estrés (burnout) ocurre cuando se van acumulando cientos de miles de pequeñas decepciones o desilusiones diarias que apenas tomamos en cuenta y que acaban produciendo un gran desequilibrio físico y mental. Vamos, que todas esas veces que pensamos o decimos: “bah, si no es nada” o “tranquilo, ya se pasará” o el más que letal “yo puedo solo” y aun peor “no puedo hacer nada por cambiar esta situación”, todas esas ocasiones van añadiendo un ladrillito que construye este muro del burnout. Así que ojito cuando nos decimos estas cosas. No todo da igual.

Te lo cuento en términos muy simplificados: el estrés es una respuesta adaptativa para asegurar nuestra supervivencia y está ahí para ayudarnos. Se ha conservado a lo largo de la evolución porque cuando vivíamos en las cavernas, era de vital importancia generar una respuesta rápida para salir corriendo si venía un animal a atacarnos.

¿Qué ocurre ahora en 2024? Pues que ya no vivimos en cavernas (aunque a veces nos comportamos como tal), pero como este mecanismo de huida rápida sigue instalado en nuestro sistema, respondemos de la misma manera ante aquello que nos resulta una amenaza o estrés:  da lo mismo el origen del estrés, la respuesta de nuestro cuerpo es de vida o muerte, literalmente.

Las señales de peligro se registran en una zona del cerebro que se llama amígdala y desde aquí se mandan mensajes de S.O.S. al resto del cuerpo a través del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA) que pone en marcha la liberación del cortisol y de la adrenalina y ya tenemos montado el lío…

Si este estrés se mantiene en el tiempo y no se resuelve su origen o si no tomamos medidas para desactivar este mensaje de supervivencia que estamos mandando, es cuando entramos en un estado de alerta constante y ocurren cambios físicos y mentales que pueden ser letales.

AUMENTO DE ACCIONES INCONGRUENTES

A nivel cerebral, uno de los cambios más significativos es la desactivación de la corteza prefrontal, la zona que se encarga de la toma de decisiones y de funciones cognitivas elevadas como el juicio, el inicio de las acciones o el filtro de las emociones. Cuando esto ocurre, nuestra atención disminuye, tomamos malas decisiones, no tenemos buena interacción social y nuestras habilidades para evaluar situaciones están reducidas.

Cuando los niveles de desgaste laboral y emocional en un momento son muy elevados, inexorablemente, el cortisol está por las nubes y la corteza prefrontal se va apagando.

Con esto te quiero decir que, si en algún momento te sientes con este tipo de desgaste, tenga el origen que tenga, si empiezas a observar pequeños despistes, falta de atención o dificultad para tomar decisiones relativamente sencillas, te pido que pares. Para, Calma, Respira (PCR!!!). Claramente el cortisol está haciendo de las suyas y te está apagando tu corteza prefrontal. Descarga responsabilidades que no te pertenezcan, medita, escribe por las mañanas, haz el pino boca abajo, lo que sea pero hay que frenar ese cortisol.

Y de la misma manera que las exposiciones de las que te hablo ponían imágenes de cómo los pulmones se veían afectados por el tabaco, yo quiero hacer lo mismo para que veas cómo se queda el cerebro después del estrés crónico:

Para terminar, te pongo una imagen que explica el efecto del estrés por esas decepciones:

Te (me) voy a recordar algunas maneras para reducir el estrés:

Meditar más (mindfullness fundamentalmente)

Escritura automática por las mañanas

Leer un ratito antes de dormir

Cuidar la dieta nutricional y la mental

No comprometerse a hacer y hacer y hacer y…

Bailar hasta que rían los pies (lo de decir hasta que duelan los pies, paso…)

Conectar con la naturaleza (cuidar tus geranios también cuenta)

Hacer más de eso que sólo tú sabes que te da calma

Cualquier otra sugerencia es bienvenida, así que por aquí te espero para leerte.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.